Frases Khalil Gibrán (El Profeta)


Que mejora manera de comenzar un mes tan especial y lleno de misterios y emociones que con esta entrada:

Acabo de leer el libro “El profeta” de Khalil Gibrán, bellísimo, expande la conciencia.
Recomiendo que lo lean, es súper profundo y vale la pena entenderlo, me lo prestaron, pero, voy a ahorrar para comprarlo, me gustó tanto que decidí copiar algunas frases de él, es evidente que no soy bueno resumiendo, aunque me tarde mucho, mucho, tiempo, me siento orgulloso de haber copiado estás frases tan bellas, espero que les guste y que las puedan apreciar como yo.

Frases del libro “El Profeta” (Khalil Gibrán):


“Porque permanecer aquí, a pesar de las horas cálidas de la noche, es congelarse y cristalizarse, y quedar ligado a la tierra, con pesadas cadenas.
Gustoso llevaría conmigo todo lo que hay aquí, pero ¿cómo lo haré?
Una voz no puede llevarse consigo la lengua y los labios que le dieron alas. Sola debe hendir el espacio. Él águila, al volar al encuentro del sol va sola, sin su nido.”

“Den, pues, ahora que el tiempo de dar es de ustedes y no de sus herederos. Dicen a menudo: “Daría pero sólo al que mereciera”. No es esto lo que dicen los arboles en sus huertos ni los rebaños en las praderas. Ellos dan para poder vivir ya que guardar es perecer.
¿Y quiénes son ustedes para que los hombres les muestren su pecho y descubran su orgullo a fin de que ustedes puedan ver desnudamente su mérito y dignidad? Miren primero si ustedes mismos merecen ser donantes e instrumentos del dar.”

“Y díganme pueblo Orfalese “¿Qué poseen en esas casas? ¿Y qué guardan con puertas y candados? ¿Acaso tienen la paz, esa callada fuerza oculta en sus mentes? ¿Tienen remembranzas esos arcos luminosos que unen entre sí las cumbres del espíritu?
¿O tienen solamente comodidad y el ansia de comodidad, ese algo furtivo que entra en una casa como invitado y luego se convierte en huésped y después en amo y señor?”

“ ¡Ay.!, termina siendo un domador, y con látigo y garfio, juega con los mayores deseos de ustedes.”
“En verdad les digo que el ansia de comodidad mata la pasión del alma y luego marcha a su funeral, llevando en su rostro el sarcasmo y la ironía.”
“No olviden ustedes que el pudor es protección contra miradas de los profanadores.
No obstante, si ellos desaparecieran, el pudor se convertiría en grilletes que sujetarían el pensamiento, sumiéndolo en esclavitud.
Y no olviden que la tierra goza al sentir el contacto de sus pies desnudos y que los vientos anhelan jugar con sus cabellos”

Y, así como una sola hoja no se vuelve amarilla sino con el silencioso conocimiento del árbol todo, así, el que comete una falta no puede hacerlo sin la voluntad oculta de todos ustedes, pues como en una procesión, todos marchan juntos hacia su dios personal.
Son el camino y al mismo tiempo son los caminantes.
Y, cuando uno cae, cae para que los que le sigan no tropiecen con la misma tierra. ¡Ay! Y la caída en sí es un reproche para aquellos que le precedieron, pues con marchar con rápido y seguro no removieron la piedra del camino”.
El asesino no está desligado de su propia muerte. Y la victima del robo es tan culpable como el ladrón. El justo no es inocente de los hechos del malvado.
Sí, el criminal es, muchas veces la victima del asesinado. Y, aún más a menudo, el condenado es el que lleva las cadenas del que es considerado sin culpa.
Si alguno de ustedes trajera a juicio a una mujer infiel, ordene que pesen también el corazón de su marido en la balanza y tomen con exactitud las medidas de su alma.
Si alguno de ustedes castiga en nombre de la justicia y descarga el hacha en el árbol maldito, permítanle mirar las raíces. Y encontrará, en verdad, las raíces de lo bueno y lo malo, lo fructífero y lo estéril juntos y entrelazados en el silente corazón de la tierra.

Y ustedes, jueces, deben se justos, ¿Qué juicio pronunciarían sobre aquel que, aunque honesto en la carne fuera un ladrón en el espíritu? ¿Y cómo juzgarían a quien es, en acción, un opresor y un falso, pero, sin embargo, también es agraviado y ultrajado? ¿Y cómo castigarían a aquellos cuyo remordimiento es ya mayor que su falta? ¿No es el remordimiento la justicia administrada por la ley misma que simula cumplir?
Sin embargo, no pueden agobiar al inocente con el remordimiento, ni librar de él el corazón del culpable.

Se deleitan dictando leyes. Y, no obstante gozan más violándolas, son como niños que juegan a la orilla del océano y levantan, con paciencia y perseverancia, castillos de arena que luego destruyen entre risas y bullicio.
Pero ¿Qué puede decirse de aquellos para quienes la vida no es un océano y para quienes la leyes de los hombres no son castillos de arena, sino que la vida es una roca y la ley un cincel con el cual se los modela a gusto?
¿Qué puede decirse del lisiado que odia a los bailarines? ¿Qué del buey que ama a su yugo y juzga al alce y ciervo del bosque como descarrilados e indómitos? ¿Qué diré de ellos sino que, no obstante estar también a la luz del sol, le dan la espalda? ¿Acaso el sol no es para ellos si no algo que produce sombras? ¿y qué es su reconocimiento de las leyes si no un doblegarse para rastrear sus sombras dibujadas sobre la tierra?
Pero a ustedes que caminan sobre la tierra mirando al sol, ¿Qué imágenes hay sobre la tierra que los pueda retener? Y si viajan con el viento, ¿qué veleta dirigirá sus pasos? ¿qué ley humana los atará si rompen su yugo lejos de las puertas de las prisiones de los hombres? Pueden silenciar la voz del tambor y aflojar las cuerdas de la lira, pero ¿quién podrá impedirle a la alondra del cielo que cante?

Y si es un tirano al que quieren destronar, vean primero que su trono, erigido dentro de ustedes, sea destruido.
Y si es un miedo al que quieren disipar, la sede de ese miedo está en sus corazones y no en la mano de aquel a quien le temen.
La razón cuando gobierna sola, es una fuerza limitadora, pero si la pasión no va acompañada de ella es una llama que se consume a si misma.
Por lo tanto, dejen que sus almas exalten la pasión al nivel de la razón, y se sentirán alegres y felices.
Y dirijan la pasión con el razonamiento para que ella pueda resucitar diariamente como el ave Fénix y se eleve de sus propias cenizas.
“Dios descansa en la razón”.
“Dios se mueve en las pasiones”
“Deberían descansar en la razón y moverse en la pasión”.
Y no midan la hondura del conocimiento ni con varas ni con sondas.
Porque el conocimiento superior es un mar inconmensurable. No digan: “He hallado la verdad” sino más bien: “He hallado una verdad” “No digan he encontrado el camino del alma” sino más bien: “He visto al alma caminando en mi senda.”

La revelación que desciende sobre el corazón del hombre no presta sus alas a otro hombre.
Sus amigos son la respuesta a sus necesidades, son el campo que siembran con amor y cosechan con agradecimiento.

Cuando sus amigos les hablen francamente no teman hacerles objeciones ni tampoco sientan recelo por reservar para ustedes lo que hay de afirmativo de su parte.

Cuando se separen de un amigo no sufran, porque lo que más aman de él aparecerá más diáfano en su ausencia, así como, para el alpinista, la montaña es más clara y majestuosa ante los ojos del que la mira desde llano.
Y no permitan más propósito en la amistad que el ahondamiento del espíritu
Pero ustedes, que son fuertes y veloces, cuídense de no cojear delante del lisiado, imaginando quizá que eso es bondad.
Son buenos en incontables modos y no son malos cuando no son buenos, son solamente indolentes y haraganes.
Pero no dejemos que el que mucho anhela le diga al que anhela poco: “¿Porqué eres tan lento y te detienes tanto?”. Porque quien es verdaderamente bueno no pregunta al desnudo: “¿Dónde están tus vestidos?, ni al desamparado “¿Qué ha ocurrido con tu casa?”
¿No han oído del hombre que escarbaba la tierra para liberarla de raíces y descubrió un tesoro?
Y algunos ancianos recuerdan los placeres con arrepentimiento, como faltas cometidas en horas de embriaguez.
Sin embargo, el arrepentimiento es sólo una nube que oscurece el alma pero no la corrige.
¿Creen que el espíritu es un estanque quieto que pueden turbar con un bastón? A menudo, al negarse al placer, no hacen otra cosa, si no guardar el deseo en la profundidad del ser.

En verdad, no hablaron de ella, sino de las propias necesidades insatisfechas. Pero la belleza no es una necesidad, sino un éxtasis.
No es una sedienta boca ni una vacía mano extendida, sino, más bien, un corazón ardiente y un alma enamorada.
No es la imagen que ven ni la canción que oyen, sino, más bien, una imagen que contemplan al cerrar los ojos y una canción que oyen aunque tengan los oídos tapados.
La belleza es la eternidad que se contempla así misma en un espejo.
Pero ustedes son la eternidad y ustedes son el espejo.
El que mira su moralidad como su más bella vestidura, mejor estaría desnudo, porque ni el sol, ni el viento desgarrarían su piel.
Y aquel que define su conducta por medio de normas es como si aprensara al ave cantora en su jaula. El canto más libre no traspasa alambres ni barrotes.
Y si desean conocer a dios no se conviertan en descifradores de enigmas.
Miren más bien alrededor de ustedes y lo verán jugando con sus hijos. Y miren hacia el espacio: lo verán caminando en la nube, desplegando sus brazos en el rayo y descendiendo en la lluvia.
Lo verán sonriendo en las flores y elevándose luego para agitar el frondoso follaje de los árboles.
Si, en verdad, quieren ahondar en los arcanos de la muerte, abran de par en par sus corazones en el cuerpo de la vida.
Porque la vida y la muerte son una así como el río y el mar son uno también.
El miedo a la muerte no es más que el temblor del pastor cuando está de pie ante el rey, cuya mano va a posarse ante él para concederle un honor.
A pesar de su miedo ¿el pastor no está, acaso, contento por la gracia del que ha sido objeto?
¿No lo hace eso, sin embargo, más consciente de su temblor? Porque, ¿Qué es morir sino erguirse desnudo en el viento y fundirse en el sol? ¿Y qué es dejar de respirar sino liberar el aire de sus inquietos vaivenes para que pueda elevarse y expandirse, y ya si trabas volar hacia el creador? Sólo cuando beban el río del silencio podrán danzar de verdad.

Nosotros, los trotamundos, buscando siempre el camino más solitario, no comenzamos un día donde hemos terminado otro y no hay aurora que nos encuentre donde nos dejó al atardecer.
Somos las semillas de una planta tenaz y en nuestra madurez y plenitud nos entregamos al viento. Él nos dispersará por doquier sobre la Tierra.
Pocos fueron mis días entre ustedes y aún menos las palabras que he dicho.
Las necesidades del hombre cambian, pero no su amor ni su deseo de que este amor las satisfaga.
La niebla que se aleja en el alaba, dejando solamente el rocío sobre los campos, se eleva y se convierte en nube que cae después como lluvia.
Y yo no he sido diferente de la niebla. En la quietud de la noche, he caminado por las calles y mi espíritu entró hasta en el más apartado rincón de sus casas.

Como un roble gigante cubierto de flores de manzano, así es el hombre inmenso en ustedes.
Su poder los ata a la tierra, su fragancia los eleva en el espacio y su resistencia a los embates de la tierra los hace inmortales.
Medirse por la más pequeña acción es como calcular el poder del océano por la fragilidad de su espuma. Juzgarse por las fallas es como culpar a las estaciones por su continua inconstancia.
Y son también como las estaciones. Y aunque en invierno nieguen la primavera, ella no los negará jamás sino más bien les sonreirá.
La primavera reposando en ustedes sonríe en su ensoñación y no se ofende.
Y he aquí que he hallado lo que es más grande que la sabiduría misma. Es un espíritu ardiente que se afana por unir cada vez más lo que está disperso en sí mismo.
Mientras ustedes, ignorantes de su expansión, se lamentan por la huida fugaz de los días. Es la vida la que se busca a sí misma en los cuerpos que temen la tumba.
No hay tumbas aquí.
Estas montañas y llanuras son una cuna y un peldaño. Cada vez que pasen cerca del campo donde dejaron a sus antecesores reposando, miren bien y se verán ustedes mismos y verán a sus hijos junto a ustedes, danzando de la mano.
Seguramente, no hay para un hombre regalo más grande que aquel que trueca todos sus anhelos en unos sedientos labios y convierte toda su vida en un manantial inagotable.
Soy, en verdad, demasiado orgulloso para recibir salario, pero no así regalos. Y he comido bayas entre las colinas, mientras ustedes deseaban que me sentase en la mesa.
Y otros, entre ustedes, me han llamado sin palabras diciendo: Extranjero, extranjero, amante de cumbre inalcanzables, porqué habitas entre las cimas donde las águilas hacen su nido? ¿Por qué buscas lo que no puede cazarse? ¿Qué tormentas quieres atrapar en tu red? ¿Y qué vaporosas aves cazas en el cielo?
Ven y se uno de nosotros. Desciende y calma tu hambre con nuestro pan y apaga tu sed con nuestro vino. En la quietud de sus almas decían esas cosas.
Aquello que en ustedes habita sobre las montañas y que pasea con el viento no es esa cosa que se arrastra bajo el sol buscando calor o que excava agujeros en la oscuridad buscando refugio, sino que es algo libre, un espíritu que envuelve la tierra y se mueve en el éter.
Si estas les parecen palabras ambiguas, no busquen aclararlas.
Vago y nebuloso es el principio de todas las cosas, pero no su fin.
Y yo desearía que me recordasen como un comienzo.

Aquello que parece débil y turbado en ustedes es lo más fuerte y lo más determinado.

Este día ha terminado.
Se está cerrando ante nosotros así como un nenúfar se cierra sobre sus propios pétalos.
Conservaremos para siempre lo que aquí se nos ha dado. Y, si no es suficiente, nos reuniremos de nuevo y juntos tenderemos nuestras manos hacia el dador. No olviden que yo volveré a ustedes. Un momento, no más y mi anhelo reunirá espuma y reunirá polvo para otro cuerpo.
“Un momento, un momento de descanso en el viento, y otra mujer me llevará consigo.”

Khalil gibrán es increíble, un ser brillante bien profundo y entenderlo es como entender el canto de un violín, hay que “dejarse llevar”, con esta última frase, termina su libro de “el profeta” y es cuando ya el barco ha partido y todos se han ido, sólo Almitra se quedo:

Y cuando toda la gente se dispersó, ella estaba todavía sola sobre el muro que da al mar,
recordando en su corazón lo que él le había dicho:
“Un momento, un momento de descanso en el viento, y otra mujer me llevará consigo.”

No podría terminar con mejor frase... ¿estará ya su espuma entre ustedes?¿ Acaso el polvo que rodea sus labios y palabras habrá hecho nuevamente eco en los silentes corazones humanos?

Monty hn

Eduardo Montalvo es un Bloguero y autor Hondureño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encantoooo

JouleRiper dijo...

Buen resumen compa, ese es un buen libro. Te recomiendo "El Loco" y "el jardín del profeta"
Suerte