La palabra es abuela



Esta entrada la escribí este jueves, tres días antes de que falleciera mi abuela, no la publiqué porque deseaba pulirla, trabajarla más... fué algo bien inesperado....


Me cuesta escribir de mi mamá y mi abuela, cuando intento, las palabras salen corriendo, las vocales empiezan a llorar y las consonantes se ponen en huelga; se rehúsan a hilvanar palabras argumentando que el coctel de emociones que pasa por mi cabeza no las deja trabajar en paz…al final todo termina en un súbito suspiro melancólico.
Intentaré escribir un poco de ella, mi abuela  tiene  90 años y es una mujer de campo, jamás estudio, en su infancia no era conveniente que las mujeres estudiaran… se levantaba a las 4 am, todos los días a trabajar y comenzaba una ardua labor en el campo, tenían vacas, gallinas, maizales, hacían chocolate, puros, quesillo, mantequilla, y diferentes obrales, tuvo una vaca de mascota llamada “Chilipuca”, con sus hermanos distraían a su mamá para poder beber la leche de la vaca en tuzas de maíz, sus papás después de que la dichosa vaca no diera leche decidieron  venderla. (Cómo iba a dar leche si toda la bebían los niños y eran 12 hermanos) Mi abue caminaba todos los días 2 horas para ver a la vaca  la siguiente finca, llevaba consigo un puñado de sal y se lo entregaba, la vaquita al verla corría y lamía la sal de la niña con una felicidad increíble, y así pasaron los días hasta que un día cómo cualquier otro la vaca dejó de correr simplemente desapareció, y desde ese día mi abuela dejó de comer carne, es vegetariana sin entender lo que significa la palabra…
A sus 21 años emigró hacia la capital y empezó a trabajar de cocinera, dejó su alma en los trabajos y cómo muchas mujeres crío sola a sus dos hijos y los graduó del colegio, con un sacrificio increíble, ella entendió el significado de la palabra y volvió sagrado su esfuerzo, mi abuela, es una persona increíble, con un gran corazón, reservada, con mucha pena…
Sigo escribiendo sobre ella y no sé cómo decir que la amo más que nada en el mundo, que no me imagino un domingo sin ella, sin su comida, su sonrisa, sus contadas de recuerdos e historias, sus fantasías seniles dónde ve al amor de su vida pidiéndole disculpas, cuando toma un periódico, ve las imágenes y luego yo se lo leo y pone atención cómo si estuviese escuchando  radio, quisiera inventar una palabra para describir este sentimiento dónde me aferro a vencer el tiempo y deseo tenerla siempre, quisiera inventar una maldita palabra que logre vencer todas las palabras y que de alguna manera  condense todo esto que siento por ella.


Monty hn

Eduardo Montalvo es un Bloguero y autor Hondureño.

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