El 20 de julio de cada año se celebra el día de Lempira,
el cacique lenca Hondureño que luchó contra la conquista española, se dice que
su muerte fue producto del engaño, de la traición que lo asesinaron de manera vil
e indefensa, este héroe nacional, dio su vida defendiendo su tierra, sus hijos,
su cultura y debemos a él la imagen de nuestra
moneda.
Hoy, jueves 3 de marzo del 2016, la historia se repite con
Berta Cáceres, la lenca que heredó el coraje para defender el río Gualcarque logrando frenar al Banco Mundial y China, la humilde mujer de Intibucá que se miraba en
las marchas protestando y caminando con pancartas, defendiendo los derechos de
aquellos que tienen voz, de los campesinos, de los más desprotegidos, ella
deseaba que entendiéramos que los ríos, el mundo la naturaleza tiene alma
propia y que el ser humano debe tener hábitos sostenibles con el ambiente.
El único pecado de ella fue enseñarle a los lencas que
son más que basura del sistema, que tienen alma, que son seres humanos y que
tienen derechos, ¿Esta es la Honduras qué heredaremos a nuestros hijos? ¿Un
país dónde asesinan de manera cruel y cobarde a las personas que protegen el
medio ambiente?
Cómo hondureño me siento indignado, con pena, con un gran
pesar, me entristece que en este país quieran resolver todo con violencia, con
muerte, que la vida lejos de ser algo sagrado y valioso sea un objeto más de
negocio, de interés económico.
Aquellos que intentaron apagar su luz olvidaron que con
balas jamás se callan las voces ni se infunde la amnesia colectiva, hicieron
más fuerte su grito que ahora se escucha desde el amazonas hasta el fin del
mundo, su foto está en todas las portadas de los periódicos
internacionales más importantes, su voz ha empezado a cobrar más fuerza, tanta
fuerza que nadie puede ahora ignorarla o pretender que no ha pasado nada.
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